Cuando te obsesionas por vivir en el futuro, dejas de disfrutar del presente. Cuando tu yo de dentro de 5 años puede con tu yo actual, los meses se te hacen interminables. Cuando vives sediento de más, ni todo el agua del mundo puede calmarte.
Me llamo Laura, tengo 25 años y sigo pensando que no estoy aprovechando mi vida.
Desde pequeños nos dicen que debemos estudiar para tener un futuro mejor, que debemos comportarnos de tal manera, evitar hacer X comentarios y sentarnos bien en la silla. También nos hacen ver que, lo que vivimos siendo niños, es envidiable, que la vida pasa muy rápido y, mientras, nosotros no hacemos más que querer crecer.
Siempre he vivido con mi mente en el futuro, al menos unos 5 años por delante. Cuando estaba en el colegio me imaginaba en secundaria, cuando llegué a la ESO quería entrar en la universidad y, en cuanto tuve mi primera pareja, empecé a pensar en cómo debía hacer las cosas para que mis hijos fuesen los más felices.
Suena extraño, lo sé. Nadie nace siendo perfecto, de hecho, nadie consigue llegar a serlo, pero lo intentamos. Intentamos mejorar cada día, desprendernos de todos aquellos pesos que hemos ido arrastrando desde la infancia, aquellas carencias, las injusticias, el coraje, la rabia, el dolor, la pérdida, el miedo... A veces podemos y, otras, nos quedamos en el intento.
Yo aún sigo en el proceso de aceptar que los años pasan, que los cambios llegan y que los miedos se afrontan. Aún no puedo evitar planear cómo será mi vida dentro de 5 años y sigo agobiándome con la idea de no saber qué estaré haciendo de aquí a 9 meses. Pero sí, yo también me cabreo conmigo misma por no ser capaz de disfrutar de lo que estoy viviendo ahora, por no valorar hasta dónde he llegado por mí solita.
Llevo años deseando estudiar lo que estoy estudiando y solo pienso en qué pasará cuando acabe. Lo sé, soy un desastre, pero como dije antes, nadie nace siendo perfecto y a mí aún me queda mucho que mejorar.
Ya son 25 años acarreando con todo lo que tú y yo sabemos, Lau, solo espero que en estos 5 años hayas aprendido a valorarte, a quererte, a despojarte de todo lo que te resta y a disfrutar de todo lo que te suma. Espero que los cambios dejen de crearte tantos sentimientos encontrados y que hayas dado con la magia en el hecho de tirarte al vacío.
Pero también espero que sigas alegrándote al ver la ilusión en la cara de aquellos que te rodean, que no pierdas esa esencia que te hace tan especial, que te sigan recorriendo mariposas al ver a esos 4 pequeñajos que son el motor de tu día, que sigas bailando sola en tu cuarto como si no hubiese un mañana, que no hayas perdido esas ganas de llegar a ser y que sigas luchando por y para ti.
Recuerda, la felicidad es el camino, no el fin.
Quiérete mucho y quiérete muy bien.